Con tus picachos erguidos como pechos en lactancia,
Se ven tus cimas hermosas, decoradas con la nieve,
Esa fuente tan plateada, que me invita a visitarte,
Para contarme en la noche las historias ancestrales.
Para decirme que antaño, cuando todo era sereno,
Muchas personas llegaban con sacrificios rituales,
Porque en las horas del fuego, en las noches solitarias,
Rendían tributo pleno a los dioses protectores.
Me contabas que aquel fuego, era sagrada hermosura,
Porque en noches y con luna, el calor nos abrigaba,
Nos llenaba de emoción, ver la tierra engalanada,
Era el fuego celestial, que anunciaba la ternura.
Una ternura silente, que cautivaba la noche,
Porque la noche era hermosa, era fría, era celosa,
Celosa de tu hermosura, celosa de tus aromas,
Porque eras la tierra fértil, de maravillas en flor.
Eras tierra de verde esperanza, de contrastes inmortales,
Eras la tierra de antaño, que sembraban con frutales,
Eras la tierra fértil, de guanábanas, papayas,
De alimentos bien selectos, de nutrientes de deidades.
Mi tierra, mi tierra virgen, que violentaron extraños,
Que llegaron sin pensar más que en tesoros dorados,
Y arrasaron con violencia tus caminos de rituales,
Tus mujeres tan hermosas, como los mismos paisajes.
Mi tierra, mi tierra fértil, la que nos da el alimento,
La que nos dice que sombra no da el árbol cuando está muerto,
La que con suave susurro, canta canciones al viento,
La que con furia me incita a defender mi tesoro.
Mi tierra, tierra de ancestros, de sabios y emprendedores,
Que cambiaron sus anacos, por los lánguidos dacrones,
Que portaban los violentos, que tumbaron las creencias,
La sabiduría del Mamo y llenaron con el ocio y el veneno del adicto
A la sublime corteza de plantas benefactoras
y las hojas selectas de la esencia protectora.
Mi tierra que desde el sur, hasta el norte bien helado,
Era tranquila pradera, de plumajes bien portados,
De colores en los rostros, demostrando su belleza,
Porque el color de los hombres lo da la naturaleza.
Tal vez algún día me sienta cómodo con tu presencia transitoria, quizá en algún punto pueda sentirme a gusto con tú mirada desde la distancia y no me importen los murmullos de tu alma, porque en ese instante ya no podrán provocar barullo en mí espíritu.
Puede que, con la ayuda de algún Dios, seguramente será por Hestia y su empeño de mantener la llama en el hogar, sí ¡Si, si, será por ella! Su bendición nos inundará y aprenderemos a estar sin estar, nos reiremos como antaño aunque eso no tendrá significado, tomaremos otro café , pero será sin besos. Y estará bien, así lo escribieron las Moiras.
Por azares del destino seguiremos peleando o no. Será diferente de cualquier modo, porque aunque griten nuestros corazones habrá paz en nuestras mentes y nos miraremos a los ojos nuevamente, habrá un nuevo abrazo y así sellaremos un final menos tortuoso.
Todo lo malo será simplemente un vestigio de un pasado inexistente, esquirlas de una granada con la cual se acabó una guerra y así habrá llegado por fin la tregua.
Un arte es una expresión de lo que eres, un fragmento del presente vívido, un arquetipo, transfigurado, esculpido y capaz de ser percibido y comparado con otros arquetipos del observador, y allí ocurre un acto mágico, por naturaleza existe una reacción de aceptación o repulsión, ocurre en un momento, ocurre a la velocidad de la existencia misma, actúa toda la mente, memorias, experiencias aprendidas en esas memorias, prejuicios, preferencias instintivas de supervivencia, miedo, deseos, y de todo esa mezcla que eres y que funciona en tu mente por distintas áreas, se decide en tí qué tan gratificante es la experiencia, mejor dicho, que tan bueno, lindo es el arte.
En el silencio como humano soy creador, y mi observar da a estás letras el don del sentido, pero toda obra de arte es lo que es y deriva su existencia de la mayor obra de arte existente – la observación – y el resultado entre la obra y otra mente, es allí donde está finaliza y puede ser llamada arte.
“Para la vida hacen faltan dos”